Por lo general, no hay persona que practique deporte y no desee mejorar en alguna de sus múltiples formas (estética, registros o salud). Por otro lado, en la categoría de personas ambiciosas existen con diferentes grados de obsesión. En mi caso personal me consideraría una persona muy obsesiva, aunque mi premisa a la hora de entrenar sea divertirme, pero con vistas a mejorar. (Inciso: No es lo más saludable, no deseo fomentarlo, a mi de hecho me hace sufrir mucho)
Ahora bien, la reflexión viene al hacer un repaso a mis cinco años ojeando diarios por Internet (antes no lo hacía) Y en este tiempo he visto que en el 80% existe un vacío emocional. Diría que los dos únicos factores que se tienen en cuenta es la alimentación y una progresión de cargas y/o listado de ejercicios. Tampoco me sorprende cuando en nuestra educación la inteligencia emocional, el como gestionar lo que nos sucede ha importado más bien poco.
No somos una máquina a la que se le instala un software para realizar determinado patrón, y venga a imprimir resultados. Somos personas y sentimos.
Cada día bajo la barra es diferente. Cada día frente al plato de comida no es igual. Cada día sobre la báscula es distinto.
La gente toma decisiones precipitadas por no gestionar lo que siente. Fracasa un día y manda la rutina al garete. Fracasa otro día, y cree que este deporte no va con él. Las emociones positivas y negativas van a estar siempre presentes, pero el problema viene del que puedan devorarnos por no tener herramientas. Todos lo saben aunque lo olvidan, pero este deporte es una carrera de fondo, y es fácil tirar la toalla porque un sueño implica toparse con miles de obstáculos a lo largo de los años, y cada fracaso puede tentar al diablo llamado apatía o víctimismo.
En mi caso personal ¿Cómo trabajo las emociones? Pues sencillamente expresando lo que siento, sea en el diario, hablando conmigo mismo, en voz alta o con algún amigo. Pero cuando digo hablar, digo hablar desde el corazón. Poniendo sobre la mesa lo que siento sin miedo, "ese está por encima de mí y me genera impotencia, yo quiero ser mejor, siento envidia" No hay que tener miedo a mirarse al espejo y detectar este tipo de emociones, somos humanos. Y si queremos cambiarlo primero hay que saber lo que nos pasa. Estoy seguro de que habría menos rencores y absurdas batallas en las RRSS. Con frases del estilo "no muevo más o no soy más grande porque es lo que hay" o cualquiera que es mejor que yo lo es porque se droga. Veo un déficit de responsabilidad severo, lo más rápido y fácil es culpabilizar al cosmos si es necesario. Hablo de esto porque he sido el primero en ser así.
Hoy le comentaba a un amigo sobre un entrenamiento mental que hago para lograr que mi subconsciente se haga más fuerte y evitar cualquiera fisura. Al menos de mi parte intento hacer lo máximo posible para alcanzar mis objetivos. Y esto no es otra cosa que construir un lenguaje firme y positivo. Eso no es otra cosa que cuidar mucho las palabras que uso al hablar con otros y sobretodo conmigo mismo. Mi objetivo empieza en el momento que digo "esto lo voy a lograr" mientras sueño con la marca deseada a la vez que escucho una de mis canciones preferidas. Como ejemplo. O cuando hablo con otras personas lo hago sin miedo, porque compartir nuestros sueños con otras personas puede generar ansiedad por el miedo al compromiso de cumplirlo, pues bien me animo y lo suelto “voy a cumplir esa marca". Y termino convenciéndome. Esto no me exime de fallar, pero afronto los desafíos con una actitud poderosa.
Comparto esta serie de vídeos que os gustaran.
Que cada uno disfrute el deporte a su manera.
No vengo a dar clases a nadie de nada, soy un completo ignorante, pero si algo tengo claro es que TODOS somos capaces de mucho más de lo que CREEMOS, y ahí radica la clave, en las creencias que tenemos sobre nosotros mismos que son las que terminan fijando nuestros límites y el que proyectamos en los demás.
Un abrazo.
Fdo. Frutos